“Érase una vez, en Bagdad, un criado que servía a un rico mercader. Un día, muy de mañana, el criado se dirigió al mercado para hacer la compra. Pero esa mañana no fue como todas las demás, porque esa mañana vio allí a la Muerte y porque la Muerte le hizo un gesto.
Aterrado, el criado volvió a casa del mercader.
-Amo -le dijo-, déjame el caballo más veloz de la casa. Esta noche quiero estar muy lejos de Bagdad. Esta noche quiero estar en la remota ciudad de Ispahán.
-Pero ¿por qué quieres huir?
-Porque he visto a la Muerte en el mercado y me ha hecho un gesto de amenaza.
El mercader se compadeció de él y le dejó el caballo, y el criado partió con la esperanza de estar por la noche en Ispahán.
Por la tarde, el propio mercader fue al mercado y, como le había sucedido antes al criado, también él vio a la Muerte.
-Muerte -le dijo acercándose a ella-, ¿por qué le has hecho un gesto de amenaza a mi criado?...”
Sin más, la Muerte dió media vuelta y se esfumó.
A la mañana siguiente, y como cada día, el criado se dirigió de nuevo al mercado dispuesto a comprar grandes manjares para su querido amo. Allí, a lo lejos, estaba ella, la Muerte, pero esta vez, su rostro me dirigía una mirada que penetraba tanto en mí, que hizo que yo mismo me acercase. Ella, que vió mi intención, no dudo en dar unos pasos hacia delante y entablar un diálogo conmigo.
-¿ Sigues pensando que todo lo que has hecho está bien?
-No, no lo dudo. Me visitaste una vez y lo haces de nuevo...¿acaso crees que no sabía que algún día volverías?
-No, no lo dudo. Estaba claro que volvería para hacerte examen...porque de nuevo, has optado por perderte las maravillosas oportunidades que te brinda la vida, y tú, solo tú...
-Ya lo sabía y lo que dije hace unos años me reitero, no me arrepiento de nada de lo que hecho, nada de lo que hago y de nada de lo que haré, porque todo lo que haga será lo correcto en el momento que sea, pues así lo mandarán las circunstancias…
- ¿Y el daño infrigido? Ví como has vuelto a robar...
_ Quien me conoce sabe bien que no lo hice con intención, sino debido a las circunstancias...
- Te escudas en excusas vanas.
- Todo es fácil verlo desde la perspectiva del pasado, cuando en el instante que aconteció todo fueron dudas.
-Mereces morir, has vuelto a equivocarte, aún con previo aviso...
- No encontrarás nada que robar, pues todo mi interior, entregado está.
Y así, entre tinieblas y humos, la Muerte se esfumó, dejando el cuerpo sin vida del críado, en medio de la calle, sigilosamente, como siempre ella lo hace...
MORALEJA: "Las oportunidades marcan nuestra vida, incluso aquellas que dejamos pasar"