El sueldo que gana un docente es un derecho honradamente por el trabajo que desempeña, que para quienes aún no lo saben, es agotador. Dicho sueldo, es un convenio en el que participan y firman todas las partes interesadas. Es transparente, cualquier ciudadano puede ver lo que se cobra.
Diariamente, este trabajo da cuenta del trabajo primero a los alumnos y por supuesto a sus padres, luego al director y si es preciso al inspector de zona. El profesor que trabaja en un centro es el encargado de pagarse su propia comida o almuerzo, y para ir a trabajar tiene que llevar su coche propio, puesto que nosotros, no tenemos chóferes ni coches oficiales.
Porque en una clase intentas dar también una explicación individualizada para aquellos que presentan alguna dificultad o necesitan un refuerzo, no hagamos de las clases unas futuras conferencias en las que únicamente se explicará y quien lo capte bien, y quien no, también. De ahí mi visión a sumar hasta un 20% de alumnos por aula.
No se tienen tantos privilegios como la gente cree, pero sin embargo me siento privilegiada por estudiar esta carrera. Porque se ve crecer a nuestros alumnos, ves como para ellos eres una pequeña pieza y a la vez imprescindibles para formarse como personas, ves como te consultan sus dudas e incluso inquietudes y confidencias, y en futuro, te recordarán como aquella persona que le enseñaste tantas cosas y para uno mismo es inexplicable cuando te cruzas con ellos por la calle y te saludan.
Es gratificante verles como aprenden y alcanzan objetivos que tú mismo has puesto, y como ellos son capaces de recordártelo con una sonrisa o en las tutorías con los padres cuando te dicen, ¡qué motivado está!
Y estos son nuestros únicos privilegios.
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